Seguro que todos hemos vivido esa sensación. La de cepillarnos los dientes con una pasta de dientes habitual y, aunque enjuaguemos la boca notaremos como el sabor de todos los alimentos que tomemos después se ve totalmente alterado. ¿Por qué?
Todo tiene una explicación. En este caso el secreto se encuentra en un ingrediente llamado lauril éter sulfato de sodio (SLES). Se trata de un tensioactivo, es decir, que rompe la tensión en la superficie de un liquido y posibilita eliminar la grasa. No es nocivo pero ese efecto secundario conlleva unas consecuencias como las ya mencionadas ademas de bloquear también las papilas correspondientes al sabor dulce, sabiéndonos todo más amargo.
Este ingrediente esta presente en una amplia gama de productos de cuidado personal como jabones y champús ya que al entrar en contacto con el agua genera espuma permitiendo eliminar la suciedad.