Desde hace mucho tiempo, masticar chicle se ha situado conceptualmente al mismo nivel que comer gominolas, por una parte, y por otra como el salvador de la salud bucodental. La realidad es que no se sitúa en ninguno de esos extremos.
Masticar chicle esencialmente sin azúcar y en su justa medida no es perjudicial para nuestros dientes, al revés, mejora y estimula la salivación lo que permite eliminar gran parte de las bacterias que se depositan en la boca después de las comidas.
Gracias a ello, se disminuye el riesgo de que nuestros dientes sean victimas de enfermedades gracias a aditivos como el xilitol, el cual contribuye a esa eliminación de bacterias de nuestra boca que pueden derivar, por ejemplo, en caries dental.
En el lado negativo también debemos resaltar aspectos del chicle, al fin y al cabo, hablamos de una sustancia sintética con gran cantidad de aditivos y edulcorantes:
- Incrementa el bruxismo. Si lo padecemos, no es recomendable ya que daña todavía mas la mandíbula al ejercer una sobrepresión.
- Engaña al sistema digestivo. El estómago cree que esta ingiriendo alimentos cuando no es así.
- No adecuado para ortodoncias. Algunas sustancias podrían quedar incrustadas en la ortodoncia, así como las limitaciones de higiene bucal que se padecen con las mismas.
Como conclusión, la moderación masticando chicles después de las comidas como antesala del cepillado dental.