Uno de los síntomas más claros de que nuestros dientes no gozan de la mejor salud posible es el sangrado. Si esto sucede puede ser una consecuencia de o bien una gingivitis (problema leve) o periodontitis (problema grave). Sin embargo, en ambos casos se necesita la revisión de un dentista.

Una vez analizado el problema se buscará crear las condiciones para que la enfermedad se pueda mantener controlada a largo plazo. En el caso de la gingivitis es suficiente una mejora de la higiene oral y profilaxis periodontales, que son actuaciones preventivas rápidas, sencillas y nada molestas.

Otro tema es la periodontitis, la cual necesitará de un estudio periodontal clínico y radiológico previo para poder valorar a posteriori la situación. La fase básica del tratamiento va dirigida a eliminar las bacterias de la bolsa periodontal y se conoce como raspado y alisado.